El segundo domingo de agosto en la argentina, está especialmente dedicado a los niños. Aunque algunas personas piensan que es sólo para promover el consumismo, es preciso remarcar que no se trata solo de compras o de festejos, sino también de un día, en que especialmente nos permitimos recordar y concientizar a las personas de la importancia de promover y velar por los derechos de los niños.
Para los chicos, el Día del Niño es la promesa de un juguete, la ansiosa espera de una sorpresa. Poco informados están –ni quieren estarlo a veces– de su historia; aquella que surgió un 20 de noviembre de 1959, cuando la “Asamblea General de las Naciones Unidas decidió reafirmar los derechos de los niños universalmente, para promover la fraternidad y la realización de actividades tendientes a su bienestar”.
Varios son los documentos que consagran estos derechos de la infancia en el ámbito internacional, como la Declaración de los Derechos del Niño o la Convención sobre los Derechos del Niño, pero sin dudas, en todos, se reconocen a los niños como sujetos de derecho, y convierten a los Estados y a los adultos en titulares, con la obligación de respetarlos y hacer respetar estos derechos bajo la premisa de que los derechos del niño son “inalienables e irrenunciables, por lo que ninguna persona puede vulnerarlos o desconocerlos, bajo ninguna circunstancia”.
Por eso cada día del niño es especial, porque se renueva el compromiso de velar día a día por su bienestar y garantizarles el derecho a un nombre, una nacionalidad, a disfrutar de una cultura, a vivir en armonía, a la diversión, a la alimentación, al juego, a la libertad de expresión, a la protección contra el trabajo infantil, contra el secuestro y contra cualquier forma de explotación, Nuestros niños tienen derecho a la igualdad y a crecer en una familia que le brinde afecto y amor.
No estamos hablando de un listado de intenciones, estamos hablando de derechos surgidos de necesidades básicas, que de estar presentes garantizan el desarrollo de nuestros niños. Por el contrario, no garantizar alguna de esas necesidades supone maltrato infantil y aunque el maltrato tiene diferentes tipologías, sus consecuencias son graves y a veces hasta incapacitantes.
Por eso debemos seguir trabajando porque son todavía muchos los lugares del planeta en los que estos derechos todavía están vulnerados, y no se pueden garantizar en lo más mínimo, no solo en las necesidades básicas, sino también en las necesidades emocionales.
“Hace unos años, en una misión de ayuda humanitaria española para un país del África subsahariana, alguien preguntaba por qué era tan urgente cargar en un avión 250.000 bolillas y cientos de pelotas y muñecos, cuando lo que se necesitaba era comida y alimentos. La respuesta fue obvia, los niños para desarrollarse adecuadamente, incluso en situaciones de crisis, necesitan jugar, necesitan querer y ser queridos. “
No olvidemos que Los niños son como el amanecer de cada nuevo día, llenos de esperanza y alegría, y que de todos depende recordar sus derechos, cumplirlos y hacerlos cumplir.
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