La Argentina de hoy presenta un panorama irreal. Mientras la dirigencia expresa discursos esperanzadores, las diferencias sociales son cada día son más marcadas. La Argentina es, aunque muchos lo nieguen un país donde los que no tienen nada son millones y están totalmente marginados del sistema.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a la indigencia y a la pobreza?. Sin dudas de marginación, desprotección y abandono.
La línea de pobreza mide si el ingreso de los hogares puede satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales como vestimenta, educación, salud.
Mientras que la Indigencia procura establecer si los hogares cuentan con ingresos suficientes como para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas.
El gobierno nacional se jacta de haber bajado notablemente los índices de pobreza en la Argentina. Sin embargo, estadísticas privadas marcan que la misma no bajó, sino que por el contrario, subió en el último año. La estadística marca la realidad de carencias que sufren las familias que, aun tras años de crecimiento de la economía, hoy siguen padeciendo necesidades.
Los datos oficiales sobre la situación social de los argentinos dicen que el 13,9% de las personas viven bajo la línea de pobreza, sin embargo es claro que la realidad muestra que estos números poco tienen que ver con lo que pasa en argentina. El banco mundial por el contrario dice que un 53% o sea 18,5 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza y un 24,8% o sea 8,5 millones es indigente en nuestro país.
A pesar del alentador anuncio de la Asignación Universal por Hijo, que es a las claras el mejor y más eficaz intento lanzado por el gobierno para intentar paliar las grandes deudas que se mantiene desde el poder con la mayor parte de la población que está sumergida en la miseria y la marginación, y ofrecer así una mejor redistribución de la riqueza, todavía es una medida que no se ha podido instrumentar en 100 %, en beneficio de quienes más lo necesitan.
A todo esto nuestra provincia no escapa a esta cruda realidad, en Jujuy, de su población total, se estima que 104. 564 personas viven en una indigencia total, y 332.111 en un nivel de pobreza.
De esa estadística, el 68,7% corresponde a menores de 14 años que viven bajo la línea de pobreza. Lo que significa que no disponen de $100 mensuales, destinados a gastos de consumo básico. Y el 21,6 % de menores de 14 años viven por debajo de la línea de indigencia, y que no acceden en promedio a $45 por mes para sus gastos totales, por lo cual, no podrán nutrirse correctamente.
Según el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación una canasta básica de alimentos para una familia tipo en la Argentina actual tiene un costo de 3.800 pesos, costo que supera ampliamente el sueldo promedio de los argentinos que alcanza los 1.869 pesos.
La indigencia, la pobreza, la miseria y el desempleo son flagelos que están presentes en nuestra sociedad. No se puede a esta altura estar discutiendo sobre la forma de medir la pobreza. Se debería más bien estar hablando de cómo disminuir y dar soluciones a la población que enfrenta severos riesgos debido a esta problemática, y sobre todo dejar de negar o minimizar la presencia de este flagelo.
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